Un reciente estudio de la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco) revela que para el año 2034, aproximadamente el 70% del agua empleada en la minería del cobre en Chile provendrá del agua de mar. Este cambio representa una transformación significativa en la gestión hídrica del sector minero, que tradicionalmente ha dependido en gran medida de fuentes de agua dulce.
Según el informe “Proyección de demanda de agua en la minería del cobre, período 2023-2034”, presentado este miércoles, la creciente presión sobre los recursos hídricos terrestres y la necesidad de prácticas más sustentables impulsan la adopción de tecnologías para utilizar el agua de mar como principal insumo en las operaciones mineras.
Chile, siendo uno de los principales productores mundiales de cobre, enfrenta desafíos importantes en cuanto a la disponibilidad de agua dulce debido a factores climáticos y al creciente consumo por parte de distintos sectores económicos. La minería, que constituye un pilar fundamental en la economía nacional, requiere innovar en sus procesos para garantizar la sostenibilidad a largo plazo y reducir su impacto ambiental.
El informe puntualiza que la demanda total de agua del sector minero seguirá creciendo durante la próxima década, pero la fuente principal de abastecimiento cambiará radicalmente. El uso del agua de mar no solo contribuye a preservar los acuíferos continentales y los ecosistemas asociados, sino que también ayuda a cumplir con los estándares ambientales internacionales y la normativa local cada vez más rigurosa.
Desde Argentina, donde la minería también es un sector estratégico con importantes proyectos en desarrollo, este paradigma chileno resulta una referencia relevante. La experiencia chilena con el uso de agua de mar muestra que adoptar una visión integral y tecnologías innovadoras puede ser clave para manejar la escasez hídrica, una cuestión que impacta fuertemente en las regiones áridas del norte y noroeste argentino.
Además, la implementación de plantas desalinizadoras para proveer agua de mar procesada a la minería está acompañada por desarrollos tecnológicos que permiten optimizar el uso del recurso y minimizar los costos operativos. Chile ha invertido significativamente en infraestructura de desalinización, que no solo beneficia a la minería, sino también a las comunidades locales al garantizar un uso más eficiente y sostenible del agua.
El reporte también destaca que esta tendencia refleja un cambio cultural en la industria minera hacia prácticas más responsables con el medio ambiente, integrando planes de gestión hídrica que priorizan la resiliencia frente al cambio climático y la protección de los ecosistemas.
Los expertos en minería y recursos hídricos señalan que este enfoque de Chile podría ser adoptado y adaptado por otros países de la región, incluyendo Argentina, donde el desafío de asegurar suficiente agua para la minería contribuye a la complejidad de los proyectos de inversión y expansión.
En conclusión, el informe de Cochilco muestra una clara proyección hacia el uso intensivo de agua de mar en la minería del cobre chilena para 2034, apuntando a un modelo más sostenible y eficiente en el uso hídrico. Este avance representa una oportunidad para que la minería latinoamericana en su conjunto reflexione e implemente soluciones innovadoras que mitiguen el impacto ambiental, aseguren la continuidad productiva y promuevan el desarrollo regional bajo criterios responsables y sustentables.
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