En los últimos días, el departamento de Calingasta, en la provincia de San Juan, se ha visto sacudido por una polémica vinculada al desarrollo minero de la zona. Una resolución emitida recientemente encendió el debate local al criticar duramente tanto a las autoridades provinciales como al emprendimiento minero Hualilán. Sorprendentemente, tras conocerse el alcance y el contenido de la resolución, ningún dirigente ni sector político se adjudicó oficialmente su autoría, aumentando el clima de incertidumbre y especulación en el municipio.
El epicentro del conflicto se encuentra en el proyecto Hualilán, una de las iniciativas más relevantes para la minería aurífera de San Juan. Sin embargo, la controversia va más allá del yacimiento en sí y se focaliza en el tránsito del mineral, especialmente en la ruta hacia la planta de procesamiento ubicada en Casposo. Diversos sectores de la comunidad calingastina acusan a ciertos dirigentes del Partido Justicialista (PJ) de fomentar el desconcierto y buscar desestabilizar la gestión del intendente local. Esta situación ha generado serias divisiones dentro del escenario político y social de Calingasta.
La polémica resolución
La resolución en cuestión fue presentada ante el Concejo Deliberante de Calingasta y, según trascendidos, habría sido elaborada por concejales vinculados al justicialismo. En el documento se expresan críticas puntuales al manejo de la administración provincial respecto al proyecto minero, señalando supuestas falencias en la comunicación, consultas poco claras y falta de participación comunitaria en la toma de decisiones cruciales. La resolución también pone el foco en los posibles impactos ambientales y sociales derivados del traslado del mineral de Hualilán hacia Casposo, exigiendo mayor transparencia y estudios de impacto antes de autorizar los recorridos planteados.
Sin embargo, una vez difundidos estos planteamientos, se produjo un inesperado silencio. Ni los autores originales ni los bloques políticos que tradicionalmente respaldarían este tipo de iniciativa reconocieron públicamente haber impulsado la resolución. Este hecho fue interpretado por sectores alineados con el intendente municipal como una maniobra política: una estrategia para sembrar dudas entre la población y debilitar la imagen de la actual gestión, justo en medio de delicadas negociaciones sobre el futuro de la minería en la región.
Críticas y respaldo a la minería
La situación de Calingasta pone en evidencia las crecientes tensiones que enfrenta la minería en Argentina, especialmente cuando se trata de proyectos de envergadura que implican impactos a nivel local y provincial. Por un lado, están quienes defienden la minería como motor de desarrollo, argumentando que actividades como la de Hualilán y su articulación con la planta Casposo pueden generar empleo, inversiones y crecimiento económico en zonas históricamente postergadas. Por otro, se presentan voces críticas, preocupadas por las posibles consecuencias ambientales y por la aparente falta de mecanismos de consulta con las comunidades involucradas.
En este contexto, la ausencia de claridad sobre los verdaderos responsables de la resolución ha complicado aún más el debate. Las acusaciones a sectores justicialistas de intentar desestabilizar la intendencia agregan un condimento político que no hace más que profundizar la fragmentación en Calingasta. Al mismo tiempo, especialistas y referentes mineros señalan la necesidad de fortalecer el diálogo y garantizar procesos de participación pública transparentes, para evitar que rumores y disputas políticas opaquen el potencial que puede ofrecer la minería responsable.
Rumbo a una definición
Mientras continúan las repercusiones, el intendente de Calingasta y sus colaboradores han reforzado su compromiso con la transparencia y convocaron a una mesa de trabajo multisectorial. El objetivo es clarificar el plan propuesto para el traslado del mineral y disipar temores vinculados al impacto ambiental y social. Organizaciones sociales, empresariales y representantes del sector minero fueron invitados a sumarse al debate, en busca de consensos que permitan seguir adelante con el proyecto Hualilán respetando tanto los intereses productivos como la protección del entorno y los derechos de la comunidad.
En definitiva, el escándalo en Calingasta revela la complejidad de la gobernanza minera en Argentina, donde la puja entre desarrollo, ambiente y política local requiere soluciones basadas en la confianza, el diálogo y la rendición de cuentas. El caso vivido en el departamento sanjuanino es, para muchos, una oportunidad para repensar los mecanismos de intervención y participación ciudadana, sobre todo en contextos donde la actividad minera representa una de las principales apuestas para el futuro económico regional.





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