Preocupantes interrogantes sobre el control en el Protocolo Vicuña: falta de respuestas oficiales en el acuerdo minero entre Argentina y Chile

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La integración minera entre Argentina y Chile siempre ha sido objeto de gran interés y expectativa, especialmente para las comunidades y empresas que operan a lo largo de la cordillera. Sin embargo, un ámbito que genera creciente preocupación es la transparencia y el cumplimiento de los controles en el llamado Protocolo Vicuña, una pieza clave en el marco del Tratado de Integración y Complementación Minera firmado por ambos países en 1997.

En las últimas semanas, surgieron serias dudas respecto a la existencia y el alcance de los controles efectivos en el área administrada bajo el Protocolo Vicuña, ubicada estratégicamente en la frontera binacional. Diversos actores del sector minero, tanto del ámbito privado como del público, han manifestado su inquietud ante la falta de información clara y precisa sobre cómo y quién garantiza el cumplimiento de los estándares establecidos en el acuerdo.

M&D, un medio especializado en minería, decidió llevar esta preocupación directamente a las máximas autoridades responsables de la implementación y supervisión del Tratado en Argentina. Las consultas oficiales se dirigieron a organismos centrales, como la Secretaría de Minería de la Nación y la Cancillería, en busca de respuestas sobre la existencia y aplicación de controles concretos en la región bajo el Protocolo Vicuña. Sin embargo, el silencio fue la única respuesta recibida. Este vacío informativo no hizo más que aumentar el nivel de desconfianza y especulación entre los diversos sectores involucrados.

El Protocolo Vicuña, vale recordarlo, fue creado para facilitar y regular el desarrollo de actividades mineras que involucran inversiones y operaciones conjuntas entre ambos países, sobre todo en aquellos yacimientos que atraviesan la frontera. El acuerdo establece reglas referidas a aduanas, impuestos, traslado de insumos y maquinarias, circulación de trabajadores, estándares ambientales y procedimientos de control, elementos fundamentales para garantizar la legalidad y la protección de los recursos naturales y de las comunidades aledañas.

No obstante, la falta de acceso a información acerca de los controles genera todo tipo de interrogantes. Por ejemplo, no se sabe si existen inspecciones regulares, cómo se verifica el cumplimiento de la normativa ambiental en ambos lados de la frontera, o de qué manera se realiza el seguimiento de las operaciones y el transporte de minerales. Esta opacidad ahonda el temor de que se estén produciendo vacíos legales o complicidades que puedan derivar en impactos ambientales, evasión de impuestos o problemas sociales en las zonas de influencia.

Analistas del rubro minero consultados por M&D destacan que la transparencia y la vigilancia efectiva son cruciales no solo para garantizar el desarrollo sustentable de la minería binacional, sino también para transmitir confianza a las comunidades locales, a los inversionistas y a la opinión pública en general. “Más allá de los acuerdos firmados, la aplicación efectiva de los controles es lo que sostiene la legitimidad y la viabilidad de este tipo de integración minera”, afirma un experto en derecho minero internacional.

Por su parte, desde diversas organizaciones sociales y ambientales, insisten en la importancia de fortalecer los mecanismos de monitoreo y participación ciudadana en estos procesos. Sostienen que la ausencia de respuestas oficiales y la falta de información pública sobre los controles configura un riesgo para la salud ambiental de la región y para la garantía de que los beneficios de la actividad minera binacional se distribuyan de manera justa y transparente.

En este contexto, crecen los pedidos para que las autoridades argentinas y chilenas brinden información detallada sobre el estado actual de los controles en el área del Protocolo Vicuña y permitan auditorías independientes que puedan ratificar el cumplimiento de los compromisos asumidos en el Tratado. También se reclama una mayor articulación institucional y la puesta en marcha de instancias de diálogo con todos los sectores involucrados, para mejorar la fiscalización y despejar cualquier duda que pueda empañar la reputación del convenio de integración minera, considerado modelo en Sudamérica.

En conclusión, la falta de respuestas sobre los mecanismos de control en el Protocolo Vicuña no solo inquieta a quienes ven en la minería una oportunidad de desarrollo, sino también a quienes apuestan por una minería responsable y transparente. El desafío está planteado: garantizar los controles efectivos es la única vía para que la integración minera argentino-chilena siga siendo un ejemplo de cooperación y desarrollo regional.

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